miércoles, 9 de abril de 2008

Una fábula de Enay

-Papá, ¿porqué hay tanta gente distinta la una de la otra? ¿Porque unos tienen mucho y otros tienen poco? Unos tienen hambre y miseria, otros tienen hambre y felicidad, otros tiene riquezas pero son tristes, ¿porqué?

-"Hijo querido, imaginá un coche en una calle inclinada, sin trabones. Así es el tiempo.

Vos estás adentro del coche. No podés salir del coche, no podés salir del tiempo, no podés hacer nada excepto conducir tu coche de forma a que el va lo más lejos posible sin colisionar con los obstáculos. No es fácil, un momento a la derecha, otro a la izquierda; una piedra te hace saltar aquí, otra te hace saltar allá... un peligro sin igual va a salir cuando menos lo esperás.

Te ponés nervioso algunas veces, otras controlás mejor, pero el coche nunca para, siempre sigue a la misma velocidad.

Es un camino inclinado que hacés por casi cien años, en los máximos... que aventura!

A cada momento tenés que decidir, y las decisiones son secuenciales. Por donde vas ahora determina también por donde tenés que ir mañana, y tus "escojas" de hoy, por cierto, determinan tus elecciones de mañana.

Y mirás alrededor. Hay otros coches en el camino también... luchan todos por mantenerse lo mejor que pueden. Algunas veces pelean unos con otros para mantenerse en su camino... Unos son artistas en la conducción, otros no tanto pero siguen, unas veces mejor, otras peor.

Algunas veces en cuatro ruedas, algunas otras en dos ruedas... algunos incluso las pierden todas... pero no paran de descender y ascender, no paran de andar. Siempre siguen una misma dirección, uno mismo sentido, el sentido del tiempo... ...

Pero... con la experiencia, vas notando que la carretera tiene señales. Al principio no sabés distinguirlos, las pasás sin comprender sus significados. Y con el tiempo corriendo, vas aprendiendo a leer estas señales y comprendiendo que son instrucciones que te indican por donde puedes pasar mejor en la corrida...

Cada vez aprendés más señales y más y más... y todo empieza a mejorar y la carretera se hace más fácil. Y empezás mirando las decisiones con un sonrisa hasta que las hacés sin dificultad.

A veces pasás una que otra señal nueva que no comprendés... pero al poco tiempo, son cada vez más raras esas señales nuevas... hasta que te hacés un maestro en conducir tu coche...y entendés finalmente el camino.

Comprendés esto hijo?"

Un rayo de luz

4 comentarios:

Lidia M. Domes dijo...

Qué buena explicación...

Por eso la vida vivida en plenitud es tan satisfactoria: es producto de habe comprendido unas cuantas señales y haberlas aplicado...
Gracias, Haz, un abrazo de Luz paa vos!!!

Lidia

Carlos dijo...

todos los días, a todas horas vamos recibiendo señales que nos indican el camino... y hay que seguirlas... confiar en ellas... porque siempre nos conducen hacia lo mejor...

gracias por visitarme!!!!

Alas dijo...

Se entiende, se entiende... pero ¿cómo se hace?

Bss

Anónimo dijo...

De entre todas las señales, las que más me gustan son las sincronías, que te llevan a fijar tu atención en la sincronía. Y tiras del hilo a ver qué hay detrás de ella.