miércoles, 18 de marzo de 2009

La fisiología de la meditación IV

Escrito por: Gustavo Estrada

Beneficios de la meditación budista

La literatura, tanto la científica como la popular, documenta con tanta abundancia las ventajas de la meditación en la disminución de los efectos negativos del estrés de la vida moderna que se hace innecesario y redundante el cubrimiento del tema. Nos concentramos, por lo tanto, en los beneficios de las meditaciones de la atención y del éxtasis.

Comencemos por relacionar la fisiología del sistema nervioso con la perspectiva budista. Todo evento cerebral genera señales nerviosas cuyos movimientos en nuestro organismo, por tratarse de impulsos físicos —flujos de sustancias químicas y de cargas eléctricas—, conllevan sensaciones sutiles, la gran mayoría de las cuales es silenciada por las neuronas inhibidoras o amortiguada por la disminución del nivel de actividad de las neuronas excitadoras. Para el budismo, el sentido de identidad —el ego— consiste de cinco componentes conocidos como los cinco agregados de la individualidad: el cuerpo físico, las sensaciones, las percepciones, las formaciones o reacciones condicionadas, y la cognición o memoria cerebral. Las sensaciones siempre están ocurriendo; su percepción se encuentra bloqueada en la mayoría de los eventos, para conveniencia de la persona. Aquí es donde las reacciones o formaciones condicionadas pueden opcionalmente entrar a jugar un papel decisivo. Las formaciones condicionadas (las codificaciones de ejecución automática en la cadena sensación agradable-percepción placentera-reacción repetible, asociadas con todas las percepciones que cada persona haya experimentado) están registradas en el cerebro —en el quinto agregado, la cognición o memoria cerebral—; allí permanecen siempre al acecho. En las formaciones condicionadas está el origen de los apegos y los rechazos (los apegos negativos) que, cuando crecen desordenadamente, se convierten en adicciones y odios enfermizos.

El propósito central de la meditación budista es la purificación —la descontaminación— de la mente. El ejercicio de los mecanismos inhibitorios del sistema nervioso y la consciencia que durante la meditación el practicante desarrolla del encendido y del apagado de conexiones neuronales le apoyan de manera notable en el manejo y control de sus apegos y de sus aversiones. Allí se encuentran los grandes beneficios de la meditación. Es a las adicciones y a los odios hacia donde el Buda apunta la acción purificadora

El Buda sabe que no es a las bebidas alcohólicas a las que nos volvemos adictos (muchas personas las consumen sin desarrollar la adicción), sino a las sensaciones que ellas desencadenan en cada uno de nosotros. Los vicios se adquieren cuando los deseos de revivir experiencias placenteras se vuelven reacciones condicionadas automáticas e incontrolables. El Buda recomienda la abstención de las sustancias tóxicas a quienes quieran mantener una mente descontaminada; esa es la medida preventiva. Para quienes ya son víctimas de la adicción y necesitan, por supuesto, acciones purificadoras, la meditación es la medida correctiva. (Por supuesto que la meditación es una práctica recomendable para cualquier individuo, no solamente para los adictos). Pero es en la prevención y el tratamiento de problemas más complejos que las adicciones corrientes y los apegos rutinarios, con los cuales todos estamos familiarizados, donde la meditación budista está mostrando recientemente sus mejores beneficios.

El descontrol de los mecanismos neuronales inhibitorios parece estar en la raíz de muchos problemas psiquiátricos y psicológicos. Si una fracción importante de nuestras neuronas permaneciera activa durante un buen rato, perderíamos rápidamente la cordura. Las neuronas inhibitorias son un factor importante en el mantenimiento del orden mediante la retención de las señales innecesarias, el silenciamiento de los ruidos superfluos y la conservación del equilibrio en los procesos nerviosos.

Las investigaciones sobre la aplicación de la meditación de la atención y la meditación del éxtasis (o de versiones adaptadas de estas técnicas) en desarreglos de comportamiento han aumentado notablemente durante la última década. El malfuncionamiento de las neuronas inhibidoras ha sido asociado con una variedad de problemas tanto neurológicos (por ejemplo, la hiperactividad infantil y el déficit de atención) como psicológicos (por ejemplo, las fobias y los desórdenes compulsivos obsesivos).

Para estos últimos problemas, el razonamiento de la psicología evolutiva para explicar la relación es simple. El miedo a las sensaciones dolorosas (hambre, dolor físico, soledad) y el agrado de las sensaciones placenteras (alimentación, bienestar, sexo) jugaron un papel crucial en nuestro desarrollo evolutivo. Los miedos promovieron la supervivencia de nuestros antepasados; las sensaciones agradables aseguraron la permanencia de la especie. Pero una vez desaparece el origen del miedo —saciado el hambre, desaparecida la causa del dolor, satisfecha la ansiedad sexual— las neuronas inhibitorias suprimen los correspondientes deseos y hacen un llamado a la inacción. No obstante, cuando las neuronas inhibitorias no cumplen su papel, aparecen entonces la gula, la adicción a los calmantes o la obsesión por el sexo (compulsiones o manías) o los miedos infundados a una amplia variedad de riesgos normales o peligros inexistentes (repulsiones o fobias). Los resultados iniciales de la meditación budista en el tratamiento de tales padecimientos son promisorios en grado superlativo; el ejercicio de las neuronas inhibidoras, que las estimula y silencia durante la práctica, parece ser la causa de estos resultados positivos. El Buda nunca habló en sus discursos de manías o fobias; él siempre se refirió a deseos desordenados o aversiones. Para el Buda, sin llamarlo de esa manera, las manías y las fobias eran simplemente impurezas de las cuales era necesario descontaminar a la mente.

1 comentario:

MRB dijo...

La meditaciòn es una vìa impecable para serenar cuerpo y alma. En eso, estamos totalmente de acuerdo. Quien lo practica, lo sabe.

Abrazos.