Uno más de mi amiga Daleth...
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él emana la vida”. (Proverbios 4:23).
¿Has sentido alguna vez esa extraña voz que no esta en tu cerebro si no mas bien en tu corazón? ¿esa forma de conocer si saber como? Da la sensación de que nuestro corazón tuviera un oído especial que oyera todos nuestros pensamientos y sentimientos, que nos ayuda cuando erramos el camino y nos insta a cambiar nuestras decisiones equivocadas, que nos enseña a vivir el ahora sin pensar ni pedirle nada mas a la vida, sin protestas, sin quejas, que nos aconseja que olvidemos los problemas porque si tienen solución éstas llegaran y si no la tiene, ¿por qué preocuparte si no puedes hacer nada?
Con esa vocecita aprenderás a mirar con una visión y unos ojos que más que ver miran la verdad que esta delante de ellos, a comprobar que tu mesa esta bién servida y hoy comerás gracias al trabajo que tienes o la ayuda que llegó, a ver que te rodean muchas personas que te quieren, a observar la naturaleza y la sociedad, a agradecer una nueva oportunidad y vivir tu vida tal y como es con la salud que tu cuerpo lucha por mantener.
Esa pequeña voz es la voz de tu conciencia, es la que te enseña a amar y ver la perfección, a ser maleable como el junco ante la dureza de la vida, a aprovechar las oportunidades que llegan antes de que se marchen, a eliminar la amargura y el rencor de tu alma para poder cosechar felicidad, a utilizar sabiamente buenas palabras porque llegara el día que nos volverán, a poner en nuestro rostro una bonita sonrisa, a luchar cuando todo parece ir en nuestra contra, a compartir la cima de la montaña y ser feliz mientras la conquistas gozando del viaje sin centrarte tan solo en la meta final, a aconsejar cuando te lo pidan o cuando merezca la pena, a aprovechar cada instante de esta bonita experiencia que es la vida.
Los mayas consiguieron una técnica y un estudio tan avanzado que fueron capaces de ver las orbitas terrestres y sus implicaciones en el conocimiento personal y planetario en periodos de 26.000, 50.000 y 4.000 años, tiempos en los que ir creciendo y avanzando como ser humano en concordancia con la creación que le rodea, eliminando los miedos, el dolor y el dominio exterminador sobre su propia especie y las ajenas.
Sabemos que al final de nuestra andadura llegaremos a nuestra meta, sea cual sea, y en espera de que ésta sea elevada año tras año, semana a semana e incluso día a día se nos dan las posibilidades para nuestro cambio, para que nuestra conciencia se libere y así pueda canalizar o por lo menos comenzar a percibir la energía que nos rodea y nos espera aunque para lograrlo tengamos que sentir incluso hasta migraña por las ansiedades que sentimos con las avatares cotidianos o por inteligencias que se niegan a la apertura mental.
Y sin embargo ahí esta el truco, en abrirnos a lo que siempre estuvo ahí, en cambiar y transformarnos, en involucrarnos en los sufrimientos de las personas, los animales, las plantas y percibamos la energía de los minerales porque si no lo hacemos por voluntad propia será el planeta en si mismo quien se encargue de hacérnoslo con sus grandes manifestaciones de terremotos, volcanes, sequías, inundaciones, huracanes, vendavales, tormentas, lluvias, alteraciones en el clima, en el subsuelo, en el paisaje… demostrándonos todo su poderío.
Aunque oigamos que todo esto es un castigo divino, en realidad no lo es, más bien es un método para que nos haga mover del sillón y nos unamos en un rumbo común y de una vez por todas tomemos conciencia de nuestro lugar en este vasto cosmos y así transformarnos mientras se transforma la tierra, ya que después de la tormenta siempre llega la calma, calma que llegara con el verdadero resurgimiento del ser humano tras la liberación de la viejas ataduras.
A medida que caminamos por la vida, hay momentos en los que no avanzamos por estar dentro de la burbuja de la rutina diaria. Solemos esperar a que llegue algo que nos haga romper ese círculo, sin darnos cuenta de que lo hemos creado con nuestras acciones y pensamientos y nuestra es la responsabilidad de romperlo poniendo en práctica todo lo aprendido en nuestras vivencias hasta ahora.
Se nos ha dado una inteligencia para poder cultivarla con lectura, relatos oídos o experiencias y así utilizarla en nuestra cotidianidad, cuanta más información tengamos, más conocimientos de cómo transformar nuestras vidas a nuestra manera.
Cuando alguien habla y habla sin decir nada o insultando o dañando, se le dice que a palabras necias oídos sordos, pero y si resulta que quien nos habla es alguien por quien sentimos un cariño especial?
Entonces recordemos que en boca cerrada no entran moscas, aunque en algunas más bién no entrarían pájaros, y así tengamos cuidado de no herir la sensibilidad de nuestro interlocutor, también debemos recordar que no daña quien quiere, si no quien puede, así que no des valor a las palabras insultantes y no te dañaran, por lo que no reaccionaras intentando defenderte con la consecuencia de ahorrarte una reacción por su parte.
Recuerda que la palabra tiene un gran poder al mismo tiempo que las lleva el viento, así que las palabras dañinas después de haber dejado el dolor, ya no las puedes desdecir, ya se fueron, pero el dolor quedó.
Por esto, antes de hablar respira y piensa, y antes de responder cuenta hasta 10.
"El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón, presenta lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón, presenta lo malo. Porque de la abundancia del corazón habla la boca"…. (Lucas 6:45).
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