miércoles, 17 de diciembre de 2008

Un año por terminar.

El año termina dentro de poco. Ha sido un año fuerte, con intensas experiencias y colmado de presión, retos alternados. He conocido gente y he co-creado un poco de este mundo.

Es tiempo de hacer una parada y bajar del tren para descansar y estirar las piernas. Es tiempo de ver atrás solo para analizar que ha pasado y pensar en mejorar, pensar en aprovechar las oportunidades que se han detectado y fortalecerse para cambiar las debilidades.

Este año ha sido de subidas y bajadas, este año ha sido de tropiezos grandes, pero de grandes aprendizajes. Este año ha sido de pruebas.

Aun recuerdo el día que decidí cambiar drásticamente mi vida y empezar de nuevo, cambié de casa, regresé al pueblo de mis papás y me reinventé; aunque ese renacer no fue planeado, ni mucho menos estructurado, la vida me obligó a hacer un cambio; porque como dice el guión de una película por ahí: "Empieza cada vez que sea necesario, cambia de lugar, de amigos, de vida, las veces que necesites hacerlo porque los principios son en realidad nacimientos"

Tenemos que aprender a renacer, dejarnos morir y volver a nacer y si eso implica regresar al punto de partida para iniciar un nuevo recorrido, hay que hacerlo. Hay que pasar la página, tenemos que avanzar y si para avanzar hay que empezar, entonces tenemos hacerlo "hay que desaprender lo aprendido, para aprender nuevamente"

Verdaderamente me siento bien conmigo porque aunque no alcancé algunas metas que me había propuesto, al menos logré ser una mejor persona en el término de ciertas actividades de las que tuve que formar parte. Anteponer las necesidades de otros a las mías, me enseñó que para avanzar debemos detenernos y pensar, detenernos y sentir, detenernos y observar.

¿Qué espero para el año que viene? Nada, eso también lo aprendí de este que termina. Aprendí que un plan de vida me permite establecer prioridades en tareas, pero que no me indica hacia donde voy a ir. Espero seguir creciendo con mi llamada "personalidad" para ser parte conjunta de una creación mayor y que lo que reciba será exactamente lo que necesito, en el tanto que sepa descubrir cual es mi función en este juego complejo universal del que soy parte.

No espero oponerme a nada, en el tanto que entienda que ese algo es parte de la planeación universal, pero espero poder oponerme a todo aquello que suponga un deterioro de mi plan de ascensión y que me aleje del estricto deseo de Tu voluntad. Porque todo tiene un fin, todo tiene una razón y yo no estoy preparado para entenderlo ahora, pero lo sabré y solo entonces creeré que mis penas valieron por lo tanto las tomaré con alegría y les cambiaré la cara.

Trabajaré con entusiasmo por los demás y aprovecharé mi posición material para aprender de los demás y con ello aportaré un poco de mí para el bien de la mayor cantidad de personalidades posible.

Estaré más cerca de mi meta porque mi meta siempre estará en mi mente y con ella venceré los obstáculos que puedan presentarse o bien, los entenderé y los recibiré con voluntad. Siempre hay una razón para todo lo que pasa.

1 comentario:

González Luis dijo...

Es bueno creerse eso de que siempre hay una razón para lo que pasa. Razón provocada, destinada o nutrida.
Metas inconclusas, las ansias de compartirte al menos 2 horas, el dejar la fuerza de un abrazo físico y no solo letras virtuales.
Un año se va, pero se queda lo aprendido con nosotros. Un tiempo nuevo, cronológico, espiritual.
tiempo de Fe, esperanza....
Renacer, transmutar, evolucionar!!