miércoles, 6 de febrero de 2008

El YO

He estado dando vueltas y vueltas por acá y cada vez que vengo, encuentro algo que me hace meditar y pasar largas horas ordenando mi interior y descifrando nuevos interrogantes y haciendo nuevas preguntas; algunas veces corro con la suerte de encontrar respuestas incluidas, pero algunas otras es imposible, así que doy tiempo y recupero el aliento y regreso a la batalla interna.

Este espacio me ha ayudado muchísimo, porque con cada vez, las condiciones alcanzan para aprovechar mis propias dudas y aplicarlas a mi, sin tener que preguntar yo antes.

Algunas otras me atrevo a cuestionarlo y me contesto, algunas siguen siendo una duda, pero estoy seguro que sabré encontrar el hilo de la historia.

Creo que eso contesta un poco la pregunta de un AMIGO, sobre porqué el hombre debe criarse en un ambiente que requiera enfrentamiento con dificultades y la reacción a los desencantos, algunas de esas dificultades y enfrentamientos y desencantos están dentro nuestro y vale la pena analizar este punto.

Así pues, las desigualdades son muchas y aunque en su mayoría las encontramos entre nosotros (los habitantes de estos mundos), esas desigualdades pueden inclusive encontrarse internamente y nos vemos unos días bien, otros mal; unos pacientes y otros días nos encontramos desesperados.

Creer es la base de la Fe, por lo tanto nuestra Fe, está constantemente a prueba y los resultados de esas pruebas no son necesariamente para alguien, sino para probarnos a nosotros mismos de qué somos capáces y hasta dónde podemos llevarla con nosotros.

Debemos aprender a distinguir lo bueno de lo malo, pero también lo cierto de la mentira y para ello, debemos convivir con mentiras y maldades. Imaginando belleza, anhelamos belleza. Las experiencias malas, el sufrimiento, el dolor, la despeción, son más que sentimientos, son enseñanzas; aprendemos de ellas y crecemos en espíritu y estas enseñanzas, supongo, nos ayudarán a sortear el largo proceso y hermoso a la vez, de una vida eterna en ascención, en donde nos enfrentaremos a verdades cada vez más intensas, por lo que debemos estar preparados para recibirlas.

Pero...

Porque el hombre mortal debe vivir cara a cara con el incesante clamor de un yo inescapable que exige reconocimiento y honor? Será que el hombre no puede elegir dinámicamente la vida divina si no existe una vida del yo a la que renunciar? Será que el hombre no podría nunca aferrarse a la salvación en la rectitud si no hubiera ningún mal potencial que exalte y diferencie el bien por contraste?

Un rayo de luz

1 comentario:

Lidia M. Domes dijo...

Me dejas buscando en mi interior la forma de decirte lo que siento...

Es que para mí el mal no existe ... es la excusa para poder superar... crecer...

El dolor es lo que nos hace ver cuánto estamos aferrados a distintas cosas, pesronas, relaciones...

Cuando podemos soltar y entrar en sintonía con la Vida, el dolor ya no duele tanto... al tiempo desaparece y nos deja una huella de crecimiento, una mayor conexión con quien realmente somos...

Recién me doy cuanta que hacía rato que no pasaba a saludarte...

Te dejo un gran abrazo!!!

Lidia