Estás en una habitación vacía, no hay nada, absolutamente nada. Después de un tiempo te acostumbrás tanto al entorno que las paredes dejan de tener importancia, la figura geométrica que se forma a tu alrededor dejó de serlo y ahora es nada.
No ves nada, no hay nada, estás en el vacío completo y creés que simplemente vivís en el vacío y de paso, no necesitás nada.
Siempre hay luz, siempre está todo en completa claridad. Un buen día eso acaba, de pronto, de repente no hay luz y tu espacio dejó de ser familiar y se convirtió en oscuridad total, sentís un esfuerzo interno por acostumbrar tu visión, abrís incontables veces y de forma incontrolable tus ojos para estar seguro que no tenés cerrados y te das cuenta que antes si tenías algo, luz pero ahora definitivamente no hay nada.
El siguiente paso es aceptar esa nueva nada, es aceptar que antes tenías algo aunque en ese momento pensabas que no tenías nada, tenías luz.
No has logrado asimilar tu nuevo contexto y continuás haciendo el esfuerzo por abrir más y más tus ojos y de pronto una pequeña ventana se abre dirigiendo un haz de luz a lo alto de la habitación y ahora tenés algo... pero es ahora cuando ves que siempre hubo realmente algo más, que no veías, polvo. Ahí estuvo siempre, pero tu visión estaba distraída.
Gracias Dios por dejar un vínculo entre vos y yo.
2 comentarios:
Los cambios interiores son a veces muy difíciles de asumir, y siempre es tarde cuando te das cuenta de que tenías más de lo que tienes...
Bss
es muy duro darse cuenta de eso... pero necesario para aprender a seguir avanzando...
el que quiere verlo avanza y el que no se queda siempre en el mismo punto repitiendo y repitiendo los mismos patrones...
buen fin de semana!!!!!
el viajero
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